Grimanesa Amorós
múltiple de sí mismo
En la diversidad de formatos y
soportes que utiliza, la artista
peruana radicada en nueva
York explora formas organicas
para indagar en la psicología
humana. Siluetas, colores,
texturas y sonidos construyen
una experiencia sensorial
donde el espectador es un
eje fundamental.
TEXTO juan pablo colin. periodista
Multifacética, multicultural, multidisciplinar. Grimanesa Amorós (Lima, Perú, 1968) logra traducir las diferentes dialécticas que se gestan en su interior, mediante la elaboración de impresionantes obras de arte que cuestionan uno de los grandes temas de nuestro tiempo: la identidad. Y es que el origen de la artista es un dato complementario, considerando que a temprana edad decidió emigrar a Nueva York, y que hoy pasa gran parte del tiempo viajando alrededor del mundo para asistir a ferias y encuentros visuales. Cuando habla, el uso del lenguaje cambia indistintamente, alternando inglés y castellano con naturalidad. Es, a primera vista, el reflejo de la nueva América.
Sus intereses transitan por la historia social, la investigación científica, la teoría crítica. Y sobre todo por la naturaleza: “Hay tantas cosas hermosas en este mundo y mucho de lo que me atrae proviene de lo natural. Ya sea una forma simple, como una burbuja que se refleja en la naturaleza que nos rodea, o algo tangible como las diferentes partes del cuerpo humano.”
Tomando ese interés como punto de partida, es posible abarcar nuevas temáticas que exploren más profundamente nuestra propia composición orgánica y nuestra psicología, finalmente. Y para ello se vale de una inmensa variedad de soportes, que en conjunto conforman una experiencia artística en la que el espectador es bombardeado con estímulos sensoriales. Formas, color, luz y sonido son los elementos que normalmente componen los grandes proyectos instalatorios, muchos de los cuales abandonan galerías y museos para conquistar el espacio público. Generalmente, las diferentes formas a las que Amorós recurre, tienen un símil en el mundo natural, adquiriendo así una potencia inusitada cuando se emplazan en un contexto urbano. “La idea de crear piezas que puedan interactuar con la gente y con comunidades en un nivel diferente, es una idea extremadamente atractiva. Mi trabajo puede ser aún más interactivo con su entorno, al mismo tiempo que comienza a ser parte de él. En el arte público, hay muchos factores políticos que es necesario considerar (…) La historia, la población y el medio son algunos de los factores más importantes a investigar. Todo ello me interesa y me inspira”, señala la artista, quien manifiesta un evidente interés por la antropología social.
De esta forma, pueden ser apreciadas algunas de sus creaciones más espectaculares por el hombre en tránsito. “Frente Feroz”, “Substancial” y “Terraforms” son algunos de sus proyectos más emblemáticos y que ocuparon un espacio permanente. El primero de ellos, ubicado en el barrio de Harlem, es un atractivo juego de luces y formas que cobran vida cada noche, convirtiendo todo un piso del edificio situado en la 125th St. con Park Av., en un verdadero “safari urbano” .
Además del trabajo en gran formato, Amorós también trabaja desde lo particular, creando piezas escultóricas que son exhibidas en cuidados montajes donde se privilegia la exploración fragmentada en pos de una totalidad conceptual. Por ejemplo, en su última muestra “No puedes sentirlo… Me gustaría que pudieras”, presenta 11 esculturas de papel cuyo molde fue obtenido del propio cuerpo de la artista, durante su embarazo . Manteniendo la fisonomía femenina, pero despojándolo de aquellos rasgos faciales que son identificables en la mujer, la serie indaga en cuestiones de género y en los roles asignados a partir de la biología.
Pensando en 3D
Siendo niña, Grimanesa manifestó un interés casi obsesivo por los mapas, realizando ejercicios de copia y reproducción. Por ello, su madre no dudó en escribirla en el taller de Miguel Gayo, en Lima, en donde inició una promisoria carrera visual. Desde el gesto pictórico, Amorós transitó hacia la tridimensionalidad en forma natural, ya que siempre pensó la pintura en términos escultóricos.
Cada nuevo proyecto empieza con un concepto inicial. Luego de la idea, Grimanesa Amorós lleva a cabo un proceso de investigación que incluye la experimentación con nuevos materiales y el trabajo en el lugar expositivo: “Veo características zonas del espacio son viables para emplazar una instalación. Burbujas se mueven por los muros, atraviesan esquinas y se alargan para alcanzar los puntos más altos de la sala. Mi percepción del sitio que contendrá las esculturas se amplifica. En este punto, el lugar conceptual y físico me proporciona un marco de pensamiento”, describe.
La elección del material es específica a la naturaleza de cada pieza. La escultura continúa siendo un medio viable en el que convergen las ideas de Amorós, pero, a menudo, son los formatos alternativos los que mejor se ajustan a las posibilidades creativas que busca la artista. “Los materiales que utilizo reflejan mi propia traducción de los temas ancestrales que emergen al mundo contemporáneo”, afirma. “La forma en que elijo el soporte depende del sujeto, contexto, ambiente y, a veces, la relación que estos tienen con la modernidad. Creo que la premisa filosófica o el empleo de ciertos elementos orgánicos –como la forma– ha sido consistente en mi obra”, agrega.
Su estudio ubicado en la calle Hudson no duerme. Su pasión obsesiva por el trabajo que realiza no la abandona, forzándola a continuar con una carrera que jamás ha dejado de ser experimental. Obras comisionadas, series escultóricas, instalaciones y ferias de arte son sólo algunos de los proyectos que ocuparon la mente de la artista, quien además cumple devotamente con su rol de madre y esposa. Multifacética, multicultural, multidisciplinaria; Grimanesa Amorós es múltiple de sí misma.