ARTE AL LIMITE N92 Cover Feature

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Arte Al Limite AAL Magazine Cover Feature of Light Artist Grimanesa Amoros

GRIMANESA AMORÓS

ROMANCE CON EL IGNOTO

A ROMANCE WITH THE UNKNOWN

Por Francesco Scagliola. Periodista (Italia)

Imágenes cortesía de Grimanesa Amorós Studio, Gigi Stoll

The magnificent light sculptures by Grimanesa Amorós, a multifaceted Peruvian artist living in the US, reveal her intention of mixing, interweaving and braiding two universes that, in 21st century daily life, coexist and constantly clash: the natural and technological world. Without question, this duality is presented as an interesting starting point when addressing Grimanesa’s complex and fascinating work. Her pieces manifest a powerful conceptual component, unrelated to the “cold” and aseptic conceptualism of the previous century, and link to a sort of ancestral roar: a light dance fed by floral shapes and memories of natural phenomena, perhaps relating to Amorós’ “Peruvian” childhood.
 
as imponentes esculturas de luz realizadas por Grimanesa Amorós, multifacética artista de origen peruano trasplantada a los Estados Unidos, sugieren la intención de mezclar, entrecruzar y trenzar dos universos que, en la vida cotidiana del siglo XXI, conviven y a la vez chocan constantemente: el natural y el tecnológico. Este dualismo se configura, sin duda alguna, como un interesante punto de partida a la hora de acercarse a la compleja y fascinante obra de Grimanesa. En ella, de hecho, se manifiesta un poderoso componente conceptual que no se relaciona con el conceptualismo “frio” y aséptico típico del siglo pasado, sino que a una especie de rugido ancestral, una danza de luz alimentada por formas floreales y por reminescencias de fenomenos naturales, tal vez conectados con la infancia “peruana” de Amorós.
Light technology and natural symbols are in charge of revitalizing the experience of a viewer that roams the installation’s urban landscape. It is interesting to see how Grimanesa highlights her profound desire to avoid creating an unequivocal experience in the exhibition space. On the contrary, she proposes engaging in a conversation with the viewer. The goal seems to be building a space for freedom that reactivates each individual’s numb experience.
 
 
Do you think art should be enjoyed collectively beyond museum conventions?
Every location that showcases art should be appreciated. As we all know, art is often unconventional. Art defines the place it’s located in, depending on the piece. Therefore, some pieces are site-specific while others flow within the exhibition space. Whether they participate in a group or alone, the viewer forms an independent opinion about the place. Personally, my projects try to inspire people to think differently.
 
The famous Italian critic Renato Barilli identifies two fundamental trends in contemporary art: mechanomorphism (stemming from our relationship with machines), and zoomorphism (stemming from our relationship with nature). Could we say that your installations get past that contrast?/div>

Nowadays, technology and its definition have changed due to the presence that technology has reached in our lives. I don’t feel “zoomorphism” accurately describes my work, because the term is more related to animals. Many of my pieces are linked to more anthropological subjects and geographic studies, while others are closer to plants and their cultural significance. I aim to combine the natural and technological world.
 
<span style=”font-size: 10pt; font-family: helvetica, arial, sans-serif;”>Do you think that exhibiting your pieces in public spaces gives your work a social and political responsibility?
All art is multiform and, depending on the viewer, it can mean many different things. There are viewers who regard my work as political, others think it’s more social, and there are those who see both aspects in my pieces. Each time a piece is located in a public space, the viewer decides its meaning. As an artist, I always deliver a strong conceptual motivation. Viewers may adopt it or they might reach their own conclusions. My responsibility is to start a conversation, and where that conversation goes depends on the audience.
 
From a simplistic view, the entanglement of elements that composes your installations might seem chaotic. However, they end up communicatingwith other endless images that came from different people, in a sort of human and fraternal exchange. Is that what art’s final word should be?
Each piece, HEDERA as well, has its own conversation. There is never a final word; the perceptions and the audience change throughout time. Therefore, my art’s last word will be spoken once humanity stops breathing. Until then, my work will experience constant changes.
 
 
By addressing Grimanesa Amorós’ work through photographic reproductions, we risk not fully seizing its communicational strength. Thus, it is necessary to consider each piece in its “activity”, in its revitalizing function, in the place it will be exhibited in. For example, if we look at OCUPANTE, we might feel like we are looking at the cogs of some sort of avant-garde machine at first. However, the light that navigates through the piece and the stemmed development of the roots reveals their true essence: we are dealing with a living organism, a natural phenomenon that fluctuates and expands. It’s precisely there –right back at the beginning– between the use of technology and evoking the primordial forces of organic life, that lies Grimanesa Amorós’ work’s extraordinary strength. A work that violently shakes the landscape with its presence through symbols that remind distracted passersby, who need to actively feel the place they inhabit. Elements that, within the urban context, provide shapes that are not only beautiful, but useful, since they enrich our gaze with an emotion that, far from being nostalgic or tied to a lost past, is configured as a current opening towards a new sense of sharing a space, a city… the world.
AAL
 
 
La tecnología luminosa y los símbolos naturales, se ocupan de revitalizar la experiencia del espectador que transita dentro del paisaje urbano que hospeda la instalación. Es interesante notar cómo Grimanesa subraya su profunda intención de no generar una experiencia unívoca del lugar de exposición, y más bien se plantea entablar una conversación con el espectador. El objetivo parece ser el de construir un espacio de libertad que vuelva a activar la entumecida experiencia de cada individuo.
 
 
¿Crees entonces que el arte tenga que ser disfrutada coletivamente más allá de cualquier convención museística?
Cada lugar en el cual se muestre una obra de arte debería ser apreciado. Como todos bien sabemos, el arte a menudo no es convencional. Según el trabajo que se produce, el arte define el lugar. Así hay obras site-specific y otras más fluidas con respecto al sito de exposición. Sea un grupo, o a solas, el espectador produce una opinión independiente del lugar. Personalmente mis proyectos intentan inspirar a las personas para que piensen de forma different.
 
El famoso crítico italiano Renato Barilli identifica en el arte contemporáneo dos tendencias fundamentales, la meccanomorfa (que surge de la relación con las máquinas), y la zoomorfa (que surge de la relación con la naturaleza). ¿Podríamos decir que tus instalaciones logran superar esta contraposición?
Hoy en día la teconología y su definición han cambiado a raíz del nivel de penetración que la tecnología misma ha alcanzado en nuestras vidas. Por otro lado no considero que el “zoomorfismo” describa perfectamente mi trabajo, ya que la palabra tiene más relación con los animales. Siento que muchos de mis trabajos se relacionan más con temáticas antropológicas, estudios geográficos, mientras que otros se acercan a las plantas y al significado cultural que cargan. Mi objetivo es combinar el mundo natural con la tecnología.
 
¿Consideras que la exposición en espacios públicos de tus obras otorga a tu trabajo de artista una responsabilidad social y política?
Todo arte es multiforme y, según el espectador, puede significar muchas cosas distintas. Hay espectadores que ven mi trabajo como político, otros como social y, finalmente, hay quienes encuentran ambos aspectos. Cada vez que una pieza se encuentra en un espacio público el espectador decide el significado del trabajo. Como artista, entrego siempre una fuerte motivación conceptual: quien mira puede adoptarla o puede llegar a sus propias conclusiones. Mi responsabilidad es generar una conversación, lo que esta conversación sea, depende del público.
 
Desde una mirada simplista, los enredos de elementos que componen tus instalaciones pueden parecer caóticos, sin embargo terminan por comunica el sentido profundo de una coherencia vital. ¿Puedes desvelarnos el secreto de esta “milagrosa” operación?
El proceso es un Romance con el Ignoto. El deseo de inspirar a los espectadores, sea visiva, politica o fisicamente, es mi punto de partida como artists. Lo que puedo decir es que teniendo pasión, perseverancia y amor por lo que uno hace, siempre te guiarás en la dirección deseada.

 
En algunas de tus instalaciones (pienso en HEDERA) el observador termina por encontrar su imagen entrecruzada con otras infinitas que son provienen de los demás, en una especie de intercambio de humanidad y fraternidad. ¿Es esta la última palabra del arte?
Cada pieza, y también HEDERA, tiene su propia conversación. No hay nunca una última palabra, las percepciones y el público cambian a lo largo del tiempo, por lo tanto la última palabra con respecto a mi arte se pronunciará cuando la humanidad deje de respirar. Hasta entonces mi trabajo vivirá en una fase de constante cambio.
 
 
Al acercarse a la obra de Grimanesa Amorós a través de la reproducción fotográfica, se corre el riesgo de no aprovechar plenamente de su fuerza comunicacional y, por tanto, es necesario considerar cada trabajo en su “actividad”, en su función revitalizante, se crea para el lugar en donde será expuesto. Si, por ejemplo, se observa OCUPANTE, en un principio la tendencia podría ser la de pensar de estar mirando los engranajes de algún tipo de máquina perteneciente a una técnologia vanguardista. Sin embargo la luz que corre a lo largo de la obra, el desarrollo rizomático de las nerviaciones revelan su verdadera esencia: se trata de un organismo viviente, un fenómeno de la naturaleza que fluctua y se expande. Es justamente aquí –para volver al principio–, entre el uso de las tecnologías y la evocación de las fuerzas primordiales de la vida orgánica, que se coloca la extraordinaria fuerza del trabajo de Grimanesa Amorós. Un trabajo que obliga con su presencia a una violenta sacudida del paisaje, a través de signos recordatorios que devuelven al transeúnte distraído hacia una sensación activa del lugar que habita. Elementos que dentro del contexto urbano insertan formas que no solo son bellas, sino que también resultan útiles ya que enriquecen la mirada con una emoción que –lejos de ser nostálgica o atada con un pasado perdido– se configura como una abertura actual hacia un nuevo sentido del compartir un lugar, una ciudad… el mundo.
AAL

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